Mi barbilla descansaba sobre la palma de mi mano, mientras
mi brazo se recargaba contra el del sofá, miraba un punto en la pared, y solo
escuchaba los blah, blah, blah, que salían de la boca de mi padre, estaba
aburrido y no pensaba ponerle la mínima atención.
Desperté cuando vi su cara muy cerca de la mía, lo que me
hizo retroceder un poco, pude notar que me miraba con el seño fruncido y de
repente tomo el libro que se encontraba en la mesa y luego lo estrello contra mi
cabeza.